Ricardo Bofill, un arquitecto único e irrepetible, nos dejó el pasado 14 de enero en Barcelona a los 82 años. El arquitecto español con mayor trayectoria internacional nos deja un legado impresionante a lo largo y ancho del mundo: alrededor de 1.000 obras en cuarenta países. Su obra, es variada en su estética, arraigada al lugar, y con un fuerte componente de innovación y de ruptura. A lo largo de su trayectoria, Bofill ha destacado por romper esquemas y por cuestionar de forma constante el pensamiento dominante en la arquitectura.
Fundó en 1963 el Taller de Arquitectura con un equipo multidisciplinar formado no solo por arquitectos, sino también por otros profesionales y artistas como el crítico literario Salvador Clotas, el poeta José Agustín Goytisolo o la economista Julia Romea.
Un equipo que fue capaz de crear proyectos únicos y rompedores que se alejaron del urbanismo y la arquitectura impersonal que se impuso de forma dominante en el siglo XX.
Ese espíritu transversal pervive todavía hoy, con sus dos hijos, Ricardo Emilio y Pablo, al mando de la oficina desde hace ya unos años, liderando un equipo plural de más de cien profesionales de treinta nacionalidades diferentes que actualmente desarrollan numerosos proyectos.
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